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CITA EN LUZ

Juan Carlos Lozano

Del 4 al 30 de setembre de 2015

Samarra, Samarcanda, Bagdad, Isfahán… son ciudades míticas, evocadoras y fascinantes donde se da cita la Muerte en uno de los apólogos más célebres de la literatura universal [1]. Nadie escapa a su destino, es inútil intentar huir porque allí donde vayamos nos espera. Una potencia invisible determina el futuro en cada una de nuestras decisiones y escapar de lo infernal nos puede llevar al mismo infierno.

 

1816. El naufragio de La Medusa (con destino a Senegal) conmovió y escandalizó a Francia e inspiró a Théodore Géricault a realizar uno de sus cuadros más famosos donde se aplicó la gran escala (reservada hasta entonces a temas heroicos) a la representación de los sufrimientos del hombre corriente [2]. Un total de 147 personas fueron abandonadas en una balsa y sólo 15 lograron salvarse después de varios días a la deriva. El bote principal, en el que iban el gobernador, el capitán y varios oficiales, se desentendió de ellos. “La humanidad va a la deriva” apuntó el historiador Jules Michelet a raíz del memorable cuadro de Géricault[3]. Quizá no sea casual que el nombre de esta fragata hundida en 1816 en las costas de Mauritania comparta casi todas sus letras con LAMpEDUSA, isla del Mediterráneo en cuyos litorales han naufragado miles de personas que hacen el viaje desde la orilla opuesta. 

 

El mar y el horizonte, que por definición se vinculan con la abundancia y las posibilidades [4], a menudo se convierten en fronteras, miserias y tragedias. Como nos recordaban Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares “para los negros de Benín, el Infierno estaba en el mar: desde el mar arribaban a Benín los navíos de los negreros” [5].

 

La propuesta de Juan Carlos Lozano en esta exposición es mostrar, desde diversas obras con múltiples apariencias, una situación más o menos objetiva, un espacio más o menos acotado, un tiempo más o menos fragmentado, una historia hecha de retazos, de imágenes presentes y de imágenes ausentes. Lo visible y lo invisible se entremezclan con el silencio y con lo audible en una experiencia que pretende hacernos reflexionar sobre la realidad y sus infinitas dimensiones en las que siempre la muerte se revela como una presencia palpitante.

 

Una secuencia de ojos (que miran e ignoran) matizados por la cera de los rituales funerarios, abre el recorrido y llama la atención sobre quienes no quieren ver, quienes están insensibilizados, iniciando el recuerdo de aquellos corazones que van a dejar de latir porque tienen su cita en Luz. Corazones de hombres y mujeres que intentan huir de su destino: globos de cristal vacíos y colgantes, tensos y desafiantes que van directos al único encuentro seguro que tienen concertado con antelación. Las Parcas hilan, miden, devanan y cortan el hilo de la vida de los mortales mientras las bombillas cuelgan de alambres de espinas y son ligeramente zarandeadas por el viento como las olas en el mar. Las lamparillas nos recuerdan la ciudad de Luz, las fronteras y el drama eterno de la lucha entre la vida y la muerte. Sin espacio y sin tiempo el clima se enrarece y se vuelve incómodo. La corporalidad de los cubitos de hielo se deshaceen el agua y poco a poco sentimos el horror, la inquietud y la agitación de las noches oscuras en el mar. La montaña de folios numeradosque se eleva sobre el palé es un bloque de muertes que cada día se incrementa... pero ¿repetir las imágenes es igualar y unificar o diferenciar y singularizar? Finaliza el recorrido con una instalación que nos invita a transitar por las imágenes y la semiótica: un mar estático, un mar en movimiento, un mar imaginado, un mar que no es un mar… De lo conceptual a lo abstracto el argumento de esta experiencia visual se articula a partir de la inquietud universal de la inexorabilidad de la Muerte y la predestinación: 

“El Rey Salomón tenía dos escribas kusitas: Elicoreph y Achiyah, hijos de Shisha. Un día Salomón observó que el Ángel de la Muerte estaba triste. Salomón le preguntó: “¿Por qué estás triste?” Y él le respondió: “Porque se me ha pedido que tome a los dos kusitas que te sirven”. Salomón ordenó a los demonios que condujesen a los dos escribas sobre los campos a la legendaria ciudad de Luz donde nadie perece, pero murieron antes de llegar a las puertas de la ciudad. Al día siguiente Salomón observó que el Ángel de la Muerte estaba alegre, y le preguntó: “¿Por qué estás alegre?” Y él respondió: “Porque has enviado a tus dos escribas al lugar exacto donde debía tomarlos”[6]

 

En Cita en Luz cada obra es una pregunta y un temblor. La Muerte es el vacíoinsoportablemente incomprensible y cinco son las obras que trazan y sustentan el discurso. En ellas, el mar y el horizonte son los ejes sobre los que se incendia la obra para alcanzar su mayor grado de Luz: “el agente físico que hace visibles los objetos” [7], cuerpos que vemos tras las sombras de la Muerte. 

 

[1]Miguel Díez Rodríguez,“El gesto de la muerte: aproximación a un famoso apólogo”, Espéculo: Revista de Estudios Literarios, 41 (2009). Artículo en el que se desgranan las variantes y recreaciones de la historia consultado on-line el 14/08/2015: http://www.ucm.es/info/especulo/numero41/gestomu.html

[2]Hugh Honour, 

[3]C’est notre société tout entière qu’il embarque sur ce radeau:  Jules Michelet, “Cinquième leçon. 13 janvier 1848”, Cours profesées au Collège de Franc, París, 1847-1848, p. 143.

[4]5 acepción del Diccionario de la Real Academia Española: “Abundancia extraordinaria de ciertas cosas. Lloró un marde lágrimas”. 6 acepción del Diccionario de la Real Academia Española: “Conjunto de posibilidades o perspectivas que se ofrecen en un asunto, situación o materia. Su horizontecotidiano. Un horizonte a medio plazo”.

[5]Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares,El libro del Cielo y del Infierno, Barcelona, 2002 (1996)

5Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares,El libro del Cielo y del Infierno, Barcelona, 2002 (1996), p. 39

[6]Apólogo de Salomón y Azrael, Talmud de Babilonia Sukkah 53a popularizada, entre otros, por Jean Cocteau en su novela Le grand Ecarty por William Sommerset Maugham en su obra de teatroSheppey. 

[7]1 acepción del Diccionario de la Real Academia Española.

Esther Lozano

Fotografies: Francesc Roig

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