De la mano de Roger Grasas, en "Ha Aretz", nos internamos en una de las zonas más calientes y problemáticas de nuestro planeta donde confluyen las principales religiones monoteístas, el Islam, el judaísmo y el cristianismo. En sus paisajes, en sus monumentos, en el paso de un turismo despiadado que intenta revivir los últimos momentos de la vida de Jesús hacia el Calvario, veneración que se convierte durante su visita en el parque temático de la cristiandad, sin preocuparse por la degradación del entorno social que visitan. Un infierno que se embute y se recrea sobre sí mismo a partir de una situación de guerra perenne. Fronteras que parecen alzarse continuamente, destrucción del terreno, cambios de estructuras que destrozan más que edifican. Una involución que arremete contra nuestros estómagos, sin que podamos evitarlo.
Desde el título de la exposición: “Ha Aretz (La tierra prometida)”, hasta la última de las fotografías que componen la serie que presentamos en La Grey, se respira la mirada lúcida e irónica de Roger, a la vez cargada de una poética oscura, a pesar de la luz de sus imágenes. Una poética apocalíptica donde el valor humano se desdibuja a la vez que su intervención marca el paisaje. El hombre está presente en todas las fotografías que reinterpreta Roger Grasas, pero quizás no nos guste la representación que hace el fotografo de nosotros. Sus instantáneas, nos invitan a una reflexión profunda sobre nuestros códigos de valores, sobre nuestras creencias, sobre nuestro efímero paso por el planeta. Conformando una nueva iconografía de los vestigios del mundo moderno, tan implacables y omnipresentes que ya apenas los advertimos, pero que aislados en las imágenes nos hacen considerar la visión de nuestro entorno.
Los pasajes bíblicos que acompañan a las fotografías nos ayudan a situarnos ante ellas y nos muestran una realidad que no formaba parte de nuestro imaginario, desde el Éxodo hasta la resurrección parece desdibujarse ante nuestros ojos, Jerusalén, Jericó, Belén, Tyro, Byblos, Damasco, Hebrón, el mar Muerto… ya no tienen ese punto evocador del pasado, nuestra mirada contemporánea no puede encontrar las huellas de la antigüedad, borradas por la globalización, los conflictos, la imposición religiosa suprematista de todas las partes, las fronteras y muros que cortan nuestro paso.
Quizás nuestra concepción del espacio-tiempo esté alterada, ahora el pasado no nos golpea con la fuerza de antaño, y solo buscamos encontrarnos, como fetichistas, aquello que el tiempo ha escondido en su devenir más tenebroso.
Antonio Luque
Fotos: Camila Marinone, Scan Tarragona
Fotografies: Antonio Luque