“Creo que los seres humanos como especie definen su realidad a través de la desdicha y el sufrimiento. Así que el mundo perfecto era un sueño del que su cerebro primitivo se trataba de despertar constantemente”
Agente Smith - The Matrix (1999)
“Insomnia” presenta ese estado indefinible de seminconsciencia que todos conocemos, el insomnio. Pero Oskar Alvarado va más allá de una representación onírica de las imágenes que nos propone, porque capta perfectamente, el estado de neurosis y la paranoia en la que estamos sumergidos durante el estado de vigilia. Un estado que rehúye del sueño como la vida de la muerte; quizá no deja de ser una forma de consciencia, de hacerse presente en la realidad y en el mundo. El cuerpo y la mente gravitan entre el sueño y la realidad y ese estado semiconsciente en el que podemos estar presentes en cualquier hemisferio imaginable.
Alvarado desgrana a la perfección el estado de insomnio, ya que ante la imposibilidad de la existencia de luz solar, estamos obligados a permanecer en la oscuridad, en la penumbra. Los espacios que recrea, son espacios deshabitados porque solo nosotros nos encontramos en ese destiempo. A su vez la única iluminación que podríamos encontrar, es la de los neones o luces artificiales que ayudan a crear ese espacio irreal. El lugar se expande en espacios de grandes superficies diáfanas, que transmiten inquietud y molestia por su capacidad ilusoria. Pero si hay algo realmente inquietante en las fotografías de Alvarado, es la incapacidad de apartar nuestra vista de esos cuerpos, esas presencias. Las siluetas que más bien parecen inconscientes, se muestran a su vez ante nosotros llenos de vitalidad; la tonalidad de su piel aun sonrojada, aun latente. Hay algo muy interesante que nuestra percepción tampoco pasa por alto en esta serie, y es que notamos esa cierta ralentización de la imagen, del tiempo y las acciones. Esto nos descubre unos personajes que existen en parámetros temporales ajenos al mundo físico, esta sensación, ayuda a crear el impacto visual de las imágenes de Alvarado.
Más allá de verse como una enfermedad, que nos agota, nos hace sentir la pesadez de nuestro cuerpo y la paranoia, encontramos en el lado opuesto, la posición vitalista y llena de esperanza que nos presenta Alberto Ruy Sánchez en su Elogio al insomnio.
El insomnio es visto como algo totalmente positivo, como algo que habría que reivindicar, por tratarse de una zona inigualable de libertad del cuerpo y la mente, un tiempo dentro del tiempo: un regalo de vida. Y es aquí donde el insomnio adquiere una posición en la continuidad del tiempo lineal, al considerase un destiempo, una interrupción en la cadena cronológica, es indeterminado. La serie de Oskar Alvarado a pesar de que transita entre lo onírico y lo inquietante tiene algo de real y es que a través de las imágenes descubrimos el texto a interpretar para cada uno de nosotros. Esos cuerpos están más cerca de un estado de ensoñación similar al que experimentaba Rousseau vagando en sus largos caminos, y que a su vez representaron el estadio más alto de su lucidez y libertad que vivió a expensas de la racionalidad imperante en la sociedad. El hecho de andar es un acto del vagabundeo (actualidad caminar saludable con sus mecanismos de consumidor para ello)
El insomnio es ese estado en el que existimos de otra manera, no es una manera de callar sino una liberación de la subjetividad fabricada, el que padece insomnio es, como bien analiza Martí Peran en su ensayo sobre “Andar”: como el vagabundo, aquella certificación de una subjetividad radical, desobediente y permanentemente renovada. El carácter despreocupado del vagabundo puede así equipararse a nuestro semiconsciente insomnio, y adquirir una dimensión fundamental como gesto antagónico frente a la lógica de la producción. En palabras de Peran: encarnan la misma renuncia al quehacer productivo, a la eficacia de la expresión y a la reducción del vivir al cumplimiento de objetivos. Ambas liberadas de espacios concretos dentro de nuestra jornada y tiempo, deambulan en tiempos distintos, para explorar y desarrollar, nuevas relaciones consigo mismo y su entorno. Podemos observarnos, observar a nuestro alrededor o ser observados. Así es como finalmente esa “ensoñación” acaba siendo una verdadera experiencia, próxima, fugaz y liberada formulada desde la negación.
Beatriz Luque Lozano
Fotografies: Antonio Luque i Oskar Alvarado