Penetrar en el mundo de Joan Canals, es hacerlo a trompicones, arrasando, como el famoso dicho del elefante en la cacharrería. Sus obras invitan al juego, a un momento lúdico donde el espectador se encuentra frente a la explosión controlada, o no, de formas y colores a veces reconocibles y familiares, pero siempre nuevos e inesperados.
Joan Canals trabaja su paleta acercándonos con mano segura a la vibración del color y de las formas. Aquí todo es posible. Y es esa la razón por lo que produce una sincera situación de bienestar. Su obra no intenta plasmar un rayo de sol en un atardecer, convierte, a través de su prisma, la luz prístina en un enjambre de pinceladas, personajes, trazos, que nos llevan como en un duermevela más allá de una realidad a veces aburrida y monótona.
En ésta exposición Joan, nos entregó un pequeño puñado de obras que hacen un recorrido por su imaginario.