Hace unos meses ésta palabra era una desconocida en nuestro vocabulario. Primero su intervención en Irlanda y Portugal comenzó a definir éste término que poco a poco, desgraciadamente, se ha integrado a nuestro imaginario cómo lo peor que nos puede ocurrir. Después hemos asistido atónitos a desastres que han arruinado países, Grecia y Chipre. Y siempre hemos dicho que a nosotros no nos puede pasar. Es triste pensar eso, cuando de hecho, la Troika ya dirige nuestros pasos en la economía global. Hace tiempo que estamos intervenidos. Sus directrices marcan nuestra evolución en los mercados, en la economía interior y en la doméstica. Desde el acuerdo del PP y el PSOE para introducir la modificación en la constitución sobre el pago de la deuda, hemos visto como nuestras vidas cambiaban sustancialmente, sin embargo nos alegramos cuando vemos que la prima de riesgo baja, ¡pobres incautos, creyendo que nos salvará de una intervención que ya se ha producido!.
Al Mercado, ese submundo de millonarios, banqueros y grupos de inversión, le importamos un carajo. Lo único que les preocupa es que podamos pagar los intereses de nuestra Deuda. Mientras tanto, los daños colaterales, empobrecimiento, fin del estado de bienestar, clasismo, brotes xenéfobos, fuga de cerebros, se contemplan como un mal menor dentro de una economía fuertemente manipulada por intereses.
Este es tristemente el contexto en el que nos encontramos, y además nos piden, después de los sacrificios sin límite en los que está sumergida la población, más solidaridad con los poderosos para que no pierdan un céntimo del capital prestado.
Pedro Alba explora con Troika una visión irónica entre el espacio, convertido en territorio que padece en el mismo, un ataque mortal de necesidad.
Hemos acompañado a Pedro en algunas acciones de carácter contestatario. Quizás Troika pueda entrar dentro de ese espectro de luces y sombras donde el artista es participe de la realidad y el momento en que vive.
Los artistas, un colectivo en continuo estado de crisis, muchas veces hemos denunciado desde nuestros humildes puestos de observadores, las injusticias y vaivenes de la sociedad en la que vivimos. Pedro Alba en Troika llega más lejos, sus países, ya sean Catalunya o España han sido atacados por los disparos, literalmente, de un enemigo exterior. El uso de materiales pobres y reciclados, papel de antiguos libros, radiografías abandonadas, es un juego ante el empobrecimiento de estos territorios. Sus perfiles están manchados de sangre que ha surgido por los agujeros de los disparos, el desangramiento de los países se extrapola al de su población que ve cada día más recortados los logros conseguidos en un siglo de luchas sociales.
Troika de Pedro Alba, ¿se puede considerar una obra política?. Viendo lo denodada que está esta profesión hoy en día diríamos que no. Troika es una obra de carácter social, en que retrata con brutalidad conceptual una situación con un final imprevisible.
El día 1 de junio, se celebrarán manifestaciones en diferentes países y ciudades bajo el lema “Pueblos Unidos contra la Troika”, creo que puede ser un buen momento para poner nuestro granito de arena y parar esta sangría impuesta desde los poderes económicos reinantes.
Ahora que pensar diferente a como piensa el sistema gobernante nos convierte en antisistemas, creo que una buena respuesta es nuestro derecho al pataleo para cambiar este catastrófico sistema económico y sus repercusiones en el mundo que nos ha tocado vivir.
Antonio Luque